viernes, 10 de junio de 2011

Un miércoles cualquiera 2


Sigo. Una vez acabado el trabajo se presentaba un interminable tarde hasta el comienzo del partido. Una vez duchado y cenado (aquí cenamos a las seis) no tenía muy claro que hacer hasta las diez de la noche.

Viendo el Discovery Channel durante un buen rato para hacer tiempo aprendí como puedo sobrevivir si me pierdo en Alaska, descubrí el complejo mundo de la fabricación artesanal de acordeones y vi como se las gastan en el aeropuerto de Sídney con los supuestos traficantes de droga. Todo muy interesante sin duda, pero ninguno de esos temas me interesaba un carallo en ese momento.

Cuando llegó casi la hora y aconsejado por compañeros, me dirigí a una especie de pub que está a solamente unos 50 metros de donde estamos atracados. El local, llamado Flocafé, se parecía bastante al Etnias para que os hagáis una idea y en principio no me pareció el mejor sitio para ver un partido, pero eran menos diez y el tiempo que me había sobrado toda la tarde empezaba a faltarme.

En Grecia los bares o pubs tienen una cosa buena y otra mala. La buena es que cuando te vienen a preguntar qué quieres te dejan un vasito de agua con hielo. La mala es que con tu consumición en vez de olivitas te ponen rodajas de zanahoria y pepino. Con la que está cayendo.

Encontré un asiento estratégicamente situado cerca de un enchufe y algo apartado y después de dos intentos fallidos con la clave que me dieron (sudores fríos me entraron) pude ver en buenas condiciones el partido. Nota: si vas sólo a una cafetería con el portátil tienes que llevártelo cuando vas al baño lo cual es un incordio.

El partido ya lo visteis, o no, pero no lo voy a comentar. Sólo decir que nunca grité tanto sin emitir un sonido.

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