martes, 31 de mayo de 2011

Mil visitas, mil gracias


Ayer este blog alcanzó las mil visitas. Además superando por fin las cien visitas en un mismo día. No es mucho y sé que cualquier video de un niño riéndose en Youtube tiene mil visitas a cualquier hora del día, pero creo que no está mal para llevar menos de un mes escribiendo aquí.

La verdad es que este blog se hace sólo. No suelo tardar más de veinte minutos en escribir cada entrada. Simplemente cuento un poco como me ha ido el día, lo exagero todo y listo. Total puedo mentir como un bellaco que nadie se va enterar y ya sabéis que la verdad no vale tanto como una buena historia.

No en serio, aunque no lo parezca intento seguir un par de reglas que cumplo casi siempre y una de ellas es que todo lo que cuento aquí es real. Así no tengo que usar tanto la imaginación. Además la realidad ofrece a veces historias que ni al mejor guionista se le ocurrirían.

La verdad es que me ha sorprendido mucho la gente que lo está leyendo, pero como parece que os está gustando intentaré seguir manteniendo un buen ritmo de publicaciones e ir mejorándolo poco a poco. No prometo nada.

Simplemente agradecer a todo el mundo que lo sigue su interés, porque eso me anima a seguir escribiendo. Agradecerle a Andrea el impulso, a mi colega de las antípodas la idea y al tío viajero de los Fraguel el ejemplo.
 
No se vayan todavía, aún hay más.

lunes, 30 de mayo de 2011

Extraña tarde en Atenas


Tuvimos la tarde libre después de que el armador y su familia se fuesen. Como ya era un poco tarde para ir a visitar la parte más turística de la ciudad a la que espero ir hoy, me di un pequeño paseo por los alrededores de donde estamos.

Quitando la calle que rodea la marina, el resto es feo y sucio. La primera cosa rara que vi fue un Carrefour sacado de un película post-apocalíptica con un perro en la puerta que no sé si estaba dormido profundamente o muerto. No se movió ni un centímetro en hora y media, pero no soy veterinario.

Caminando un poco más me asustó el ruido que hicieron al caer desde un quinto o un sexto piso un par de tenis de la talla 48 que golpearon el capot  de un todoterreno lleno de polvo. La ciudad empezaba a mosquearme.

Y ya cuando veo dentro de una tienda de muebles cerrada, una paloma paseándose por dentro como si fuese el segurata decidí que era momento de volver al barco a descansar un poco, antes de que la locura de la ciudad se apoderase de mí.

No acabaron ahí las sorpresas de la tarde. Habíamos quedado unos cuantos para tomar algo en una terraza y cuando llegamos vimos a nuestra nueva azafata (Que empezó a trabajar el viernes y ayer ya pidió la cuenta) vegetariana declarada por convicciones de salud fumándose un tremendo puro. Casi vimos normal que cuando todos pedimos una cerveza ella se pidiese, lo juro, un whisky sólo con hielo.

Eran las cinco de la tarde, de una normal tarde de domingo en Atenas.

sábado, 28 de mayo de 2011

Tener dinero y tener razón, o no


Ayer fui testigo de una de esas cosas graciosas que a veces uno se encuentra en este mundillo. Una discusión, muy moderada y educada por supuesto. El tema los yates, concretamente el alquiler de éstos. Por un lado La Suegra, que como es italiana (lo que explica algunas cosas) a partir de ahora la llamaré La Mamma, una señora que sabe tanto de yates como yo de energía eólica. Por otro nuestro capitán. Un tío de 61 años que lleva tanto tiempo en la mar que, como se suele decir, le cuelgan percebes de los cojones. ¿Quién creéis que ganó la discusión?

Pues la Mamma evidentemente. El capitán tuvo que hacer una retirada a tiempo, que en estos casos es siempre una victoria.

He vivido personalmente alguna de estas situaciones. En una ocasión el dueño de cierto barco me discutía que el yate “Samurai one” no había sido fabricado en Vigo, cuando yo conocía a gente que había participado en su construcción, gente que formó parte de su tripulación y, coño, es que lo había visto en el propio astillero.

Pero mi preferida fue cuando alguien le preguntó al mismo armador que de qué país era cierta bandera (rayas azules y blancas y un león rojo en medio). “De Alemania” contestó él muy seguro. Tonto de mí que se me ocurrió intervenir diciendo que perdone señor pero creo que esa es de Luxemburgo. A lo que él me respondió: “¿No ves el león rojo? ¿Sí? Pues entonces es de Alemania”.  Y no se fumó un puro porque no lo llevaba encima.

En estos casos, para no desencadenar una discusión que no te va a llevar a ningún lado más que a un posible despido, yo siempre suelo responder lo mismo:

“Tiene usted razón, estaré yo equivocado”.

viernes, 27 de mayo de 2011

Viajando sí, pero...


Tuve una época en mi vida en la que gracias al deporte puede viajar mucho por España e incluso algo por el extranjero.  De todas las ciudades por las que pasé sólo puedo decir una cosa: Todos los pabellones deportivos se parecen mucho entre sí.

Ahora gracias a mi trabajo vuelvo a tener esa oportunidad de visitar otros lugares, pero muchas veces nos pasa que no podemos disfrutarlos tanto como querríamos. Aún así tampoco me puedo quejar mucho, ya que he visto y he estado en sitios en los que jamás hubiese estado de otra manera.

Desde que empecé a navegar he estado en Londres, pero sólo en su aeropuerto; en Rodas pero sólo una tarde y no sé si puedo decir que he estado en Capri, porque sólo llegué a poner un pié en la isla ya que con el otro estaba aguantando la lancha para que embarcasen los invitados. Esto por poner sólo un par de ejemplos.

Ahora mismo estamos en Atenas de la que de momento sólo he visto su puerto y su aeropuerto y contando que nos vamos mañana a nuestro querido Poros y hoy no para de llover creo que la Acrópolis quedará para otra ocasión.

Eso si el tiempo lo permite claro. Porque igual que nosotros tenemos nuestras leyes de Murphy a bordo, el armador tendrá las suyas. Como por ejemplo: Todos los fines de semana que quiero salir con mi megayate  va y se pone a llover o siempre que gano tres millones de dólares en una semana piso caca en la calle. Me pregunto qué pasará  cuando ambas leyes, las suyas y las nuestras, se enfrenten. Supongo que será algo parecido a dejar caer un gato al suelo con una tostada untada en mantequilla atada a su espalda.

Inquietante.

jueves, 26 de mayo de 2011

La amenaza fantasma


Una de las primeras cosas que se preguntan cuando uno entre a trabajar en un yate es quien es el armador y qué clase de persona es. Y los compañeros suelen ir dándote la información a cuentagotas según te van conociendo.

Evidentemente no voy a contar aquí ni en ningún lado quien es el dueño del barco, primero por que firmé un contrato diciendo que no la haría y segundo por simple discreción profesional. Además no es nadie conocido así que no es que sea muy interesante.

Todos en el barco me han hablado bien de él. Y todos me han advertido de lo mismo, de hecho tal como me dijo el capitán (traducido): “Era un hombre muy simpático pero se casó, y el problema no es ahora tenga mujer, es que tiene suegra”.

La suegra. Los primeros días me decían: “Con la familia todo bien pero intenta mantener un poco la distancia con la suegra” luego pasó a ser: “Intenta no hablar con la suegra porque todo lo interpreta en el peor de los sentidos” más tarde: “La suegra es una falsa, no le digas más que buenos días” y hoy a veinticuatro horas de que vengan ya he escuchado: “La suegra es malvada, no te acerques a ella” y la que se lleva la palma que no traduciré: “She is a fucking bitch”.

Así que yo que al principio me imaginaba a la abuelita de “jroña que jroña” pero algo más elegante, me temo que tendré que esperar a una Cruela Devil o algo peor. Me la imagino entrando por la pasarela de popa con su bastón y toda vestida de negro mientras todos formamos como soldados imperiales en La Estrella de la Muerte.

No hace falta que diga que música suena en mi cabeza cuando lo pienso.


miércoles, 25 de mayo de 2011

Panic


El éxito del inglés como idioma se debe a que, aparte de que es el idioma que habla la mayor superpotencia mundial, es una lengua bastante sencilla. Cualquiera puede aprender inglés básico en relativamente poco tiempo y entenderse en cualquier lado.

Considero el castellano un idioma bastante más rico en vocabulario y en expresiones, sólo pensad en la poca variedad que tienen los guiris al insultar, pero aún así hay un verbo que no tenemos y es una pena, porque me encanta: To panic.

En España nos entra el pánico o cunde el pánico, una de las pocas cosas que de verdad cunde junto con el Fairy aunque algunos se empeñen de lo contrario, pero no “paniqueamos”. Y la gente paniquea un montón en los yates.

Llegando hoy a Atenas después de un viaje de unas tres horas desde Poros en el que se cumplió otra Ley de Murphy de los yates: Si el barco está recién baldeado las posibilidades de lluvia se incrementan en un mil por cien, recibimos la llamada de la oficina diciendo que el armador vendría en veinte minutos a decir hola.

¡AÚ, AÚ! ¡PANIC STATIONS! La mitad de la tripulación, especialmente el departamento de interiores que es nuevo al completo, empezó a paniquear de manera considerable.

Al final la visita no fue para tanto y así pudimos conocer al armador. Simplemente nos presentamos pero enseguida me cayó bien. Y es que hay que tener mucha clase para salir de tu Porsche todoterreno con chofer para entrar en tu yate de 62 metros en chándal, camiseta y tenis Reebok Clássic.

martes, 24 de mayo de 2011

Buenas costumbres


Cada barco es un mundo y cuando has estado en unos cuantos te das cuenta de las grandes diferencias que pueden existir entre unos y otros. Normalmente las reglas a seguir a bordo las establece primero la compañía y luego el capitán, dejando a los jefes de departamento cierta libertad para poner sus propias reglas dentro del mismo.

Este no es el mejor ni el peor barco donde he estado, pero la tripulación tiene ciertas costumbres que me han sorprendido y agradado por igual. Claro que éstas no siempre se pueden realizar por falta de tiempo o carga de trabajo, pero se suelen respetar bastante y eso me gusta.

Regla del lunes por la mañana. Todos los días empezamos  a trabajar a las 8 excepto el lunes, que entramos a las 9. Lo lunes son iguales de duros en todo el mundo occidental (para los árabes es el domingo) y nada mejor que empezar una hora más tarde para afrontar con  optimismo la semana.

Regla del desayuno del viernes. Todos los viernes a las 10 nos sirven un desayuno británico campal con sus salchichas, sus huevos revueltos y sus diez mil calorías. Es una buena forma de despedir la semana.

Regla de las tardes de Poros. Siempre que estemos en Poros, lo que parece ser que en este barco ocurre la mayor parte del verano, el departamento de cubierta se toma un descansito de unos minutos para tomarse un helado que habrá comprado cada día un miembro distinto del departamento.

Por desgracia mañana salimos hacia Atenas así que se acabaron los helados, de momento.

lunes, 23 de mayo de 2011

La gente de Poros


Poros es una isla realmente pequeña y el pueblo lo es aun mas. No llevamos aquí ni una semana y ya conozco a algunas personas aunque sólo sea de vista. Hay un montón de turistas y jubilados que eligen este destino para sus vacaciones año tras año aparte de los nativos de aquí. Hay tanta gente peculiar que sería el escenario ideal para una novela de misterio en la que el protagonista tiene que resolver el asesinato (Cualquier tribunal estaría claramente a mi favor ante un intento de plagio de esta idea).

Nada más salir por la pasarela de popa, a unos cinco metros de distancia nos encontramos con un veterano vendedor de cuadros. Todos los días a las nueve de la mañana viene con sus cuadros y su silla. Los coloca, se sienta y se pasa el resto del día mirando al mar. No trata de venderlos y lo único que suele decir en horas es “abandon ship, abondon ship” como un loro cada vez que alguno de nosotros salimos del barco. Casi nos morimos de risa el día que vimos como les explicaba como atracar el barco, medio en griego medio en inglés, a un grupo de alemanes que venían en un velero y que sabían del mar lo mismo que yo de marionetas.

Si a media tarde uno se da una vuelta por los muchos bares que hay por el paseo, seguramente te encuentres a una pareja de jubilados ingleses amigos de nuestra tripulación. Tres días he coincidido con ellos y siempre llevaban la misma camiseta cada uno. Él la del Chelsea y ella la del Manchester. Los dos colorados, los dos gorditos, los dos bastante feos. Intento evitar la conversación sobre todo con él porque cuando lleva un par de pintas y debido a que sólo le quedan dos dientes en la parte de arriba no se le entiende gran cosa.

Y luego está Paul, uno de nuestros marineros. Paul no vive aquí pero si lo hiciese sería el alcalde. Paul para a la gente que va en moto a grito de “malaca” y habla con ellos en medio de la carretera. Conoce a todo el mundo, a sus hijos y a sus padres. Hace fotos a los grupos de turistas e intenta ligarse medio en coña medio en serio a todas las camareras. No habla griego pero se entiende con gente que no habla inglés.

Si alguna vez tenéis intención de ir a Poros, Paul es vuestro hombre.