miércoles, 29 de junio de 2011

Un poco de cotilleo


Así cómo el otro día tocó historia, hoy va a tocar cotilleo. Para que veáis que uno domina todo los palos. Otra vez estoy en Mónaco y otra vez me trae aquí algo que no me interesa en absoluto. La última vez fue la Fórmula uno, esta vez una boda real. Así que vamos a ello.

Boda real, ¡qué fuerte! Y eso que ya pensábamos todos que el Alberto no se nos casaba. Y es que mira que era guapo este chico, se quedó calvo pronto y en los últimos años ha ganado peso pero claro todo esto no importa mucho porque es Príncipe y eso cuenta. Aunque ya se le estaba empezando a pasar el arroz ¿no?

Pero bueno lo de que no se casaba iba más bien por lo que se siempre se ha dicho de que si era un poco de la acera de enfrente, ya sabéis. Y eso que tiene por ahí un par de hijos de alguna aventurilla. Pero lo que dicen por aquí, fuentes de su entorno, es que no es la acera de enfrente, lo que le gusta es ir por medio de la carretera cuesta abajo y sin frenos. Vamos que le va la carne y el pescado y comerlos juntos en grandes banquetes.

Y ahora que parecía que sentaba la cabeza con la chica sudafricana, muy mona ella por cierto, va y se le descubre otro hijo por ahí. Al parecer la prometida agarró tal cabreo que cogió sólo las joyas más casual y un bolso Louis Vuitton y ya estaba casi entrando en el avión rumbo a la tierra del waka waka cuando la encontró la policía enviada allí por Alberto.

 Pero bueno parece que todo se solucionó, al menos de momento, y siguen los preparativos finales que incluyen un escenario flotante en medio de la marina y no sé cuantos millones de banderas por toda la ciudad. Así que parece que pese a todo, el sábado tendremos boda.

Presuntamente.

Pompeya


El sábado fuimos a visitar las ruinas de Pompeya, que como sabéis es una de las ciudades que hace casi dos mil años quedó arrasada por la erupción del Vesubio.

Nos levantamos temprano y mientras buscábamos un cajero que funcionase, según nuestra propia experiencia sólo uno de cada cinco en esta ciudad, pudimos apreciar los grandes montones de basura que adornan cada esquina.

Después cogimos un taxi y recordé la excitante experiencia que es ir en taxi en Nápoles. Mejor que cualquier montaña rusa, sólo que además de matarte tu puedes llevarte por delante a una de las miles de motos que andan por la ciudad.

Pompeya era mucho más grande de lo que esperaba. Y mucho más bonita también. En su día debió ser una ciudad impresionante. Impresionante es también saber que absolutamente toda su población murió en menos de tres horas sepultados por los materiales expulsados por el volcán. Cuando la Naturaleza dice aquí estoy, no hay muros que valgan. Y si no que se lo digan a los japoneses.

Estaba siendo una mañana muy agradable hasta que se me ocurrió saltar una valla para ver el mapa que estaba del otro lado. El salto fue de lo más atlético pero se ve que mis pantalones no estaban preparados para tal ejercicio mañanero. RAAAAS. Un rasgón de más de una cuarta de largo.

No es que me molestase ir ensañando los calzoncillos por la ciudad adelante (de hecho iba muy fresquito) pero no estaba en mi país y los italianos son muy suyos con la moda, así que tuve que hacer una parada técnica en un puesto de suvenires y comprarme unos pantalones cortos de la selección italiana más falsos que un amigo del facebook.

La vuelta a Nápoles la hicimos en el tren más abandonado del mundo y antes de llegar al barco pudimos ver a los bomberos en acción apagando uno de los frecuentes incendios que se producen en las montañas de basura.

Al día siguiente nos esperaban 30 horas de viaje hasta Mónaco.

lunes, 27 de junio de 2011

Bella Italia

Adoro Italia. El día en que España se vaya definitivamente al carallo picaré billete y me instalaré aquí, en donde sea. Desde Palermo a Portofino me encanta este país.

Nada más pisar tierra uno ya percibe donde está al instante. Gente hablando con las manos, Vespas por doquier, allora, gracie, prego…

Llegamos a Nápoles al mediodía y tuvimos la tarde libre. Este era uno de los sitios de los que sólo había visto el puerto y el aeropuerto así que tenía ganas de ver los alrededores. Nápoles huele tan mal como Atenas o incluso peor ya que la compañía que recoge la basura, la mafia, lleva no se cuanto tiempo en huelga, así que hay literalmente montañas de mierda en cada esquina. Volví al barco algo desilusionado con la idea de que habíamos dejado una ciudad apestosa sólo para llegar a otra.

Pero por la noche todo cambió. Salimos unos cuantos a cenar a un típico restaurante en el que había más camareros que clientes, todos pulcramente vestidos y con pajarita y ¿sabéis a quien me encontré allí? ¡A Vincenzo!

A algunos ya os conté alguna vez que el día que sea asquerosamente rico, lo primero que haría sería contratar un cocinero italiano para que me alegrara la vida. Pues bien en ese restaurante estaba el prototipo de hombre que contrataría. Italiano de pura cepa, elegante, con bigote, alegre y vacilón. Amable con las mujeres hasta el extremo de parecer querer ligar con todas aunque les triplicase la edad. En realidad se llamaba Enrico y era camarero, pero son pequeños detalle sin importancia.

Fue una noche muy divertida. Después del chupito de limoncello nos recogimos pronto ya que al día siguiente queríamos visitar las ruinas de Pompeya, pero esa es una historia muy larga para contarla aquí.

Domani.


jueves, 23 de junio de 2011

Tarados radiofónicos


Una guardia de cuatro horas por la noche puede ser muy larga. Una de seis horas puede ser eterna. Normal que la gente se aburra. Y como el único “juguete” que sueles tener en el puente es la radio, pues normal que la gente juegue con ella.

Todos los barcos del mundo están obligados a llevar una radio VHF en permanente escucha en el canal 16. El canal 16 es el canal de emergencia, por donde se dan los partes meteorológicos, los avisos de seguridad, de socorro o por donde puedes establecer comunicaciones con otro barco antes de pasar a otro canal acordado con ellos. No se pueden transmitir otras cosas que no sean estos mensajes y el incumplimiento de esto está castigado por ley.

La gente se pasa esa ley por el forro de los huevos.

Ahora que estamos llegando a Italia, es muy común escuchar a alguien llamando a un tal Mario durante horas por el 16 con voz profunda y lastimera. Lo curioso no es que llame a Mario, si no que esta broma dura más de 30 años (los ancianos profesores de la escuela náutica ya lo escucharon en su juventud) y que es conocida mundialmente. Es difícil descubrir cómo suena pero sería algo así: MAAAAARIO, MAAAAARIO, silencio, MAAAAARIO, MAAAARIO, con la voz de una cabra italiana con bronquitis. Y así durante horas.

La otra más conocida es la de filipino monkey. Esta es más internacional. Alguien empieza a decir: ¡Filipino monkey! ¡Filipino monkey! Con voz aguda de mono, a lo que alguien siempre contesta con voz más grave: ¡BANANA! Y así toda la maldita noche. Una vez hasta escuché una interesante conversación entre Banana Port Control y un barco con 21 filipino monkeys a bordo al mando del Capitán Gorila de Manila.

Todo muy gracioso, si no fuera porque otro barco puede estar mandando un aviso de socorro en ese momento.

martes, 21 de junio de 2011

Un poco de historia

Mañana nos vamos por fin de Grecia y la verdad es que estoy contento por ello. Salvando un par de islitas no es un país que me haya gustado demasiado. La pobre Atenas está como los cientos de perros callejeros que rondan por sus calles, sucia y maloliente. Pero no siempre fue así.

Después de todo lo que he rajado sobre este lugar, ahora que vamos a navegar por estas costas por última vez, pasaremos por lugares donde se libraron algunas de las batallas más increíbles de la historia y creo que es justo reconocerle el pasado glorioso que tuvieron. Y es que agüita con los griegos.

Después de la batalla de Maratón que dio nombre a la carrera y en la que los griegos ganaron a los persas, Grecia era los Estados Unidos de hoy en día. Pero los persas no iban a dejar las cosas así, ni de coña. Así que en el 481 a.c. Jerjes, que no era tan alto como en la peli, cruzó el estrecho de los Dardanelos con un ejército bestial para darle los buenos días a sus vecinos.

El consejo de ciudades griegas que lideraba Esparta deció salirles al encuentro en las Termópilas, dando lugar una película y a un comic de éxito. Los griegos empezaban a ver la que se les venía encima así que se retiraron a la península del Peloponeso, detrás del muro del istmo de Corinto, por cuyo canal pasaremos mañana. En este tiempo Atenas fue saqueada con lo que me imagino que estaría en un estado parecido al actual.

El punto de inflexión fue batalla de Salamina, una de las batallas navales más impresionantes de la historia y el Trafalgar persa. Estos, con una superioridad numérica en naves avasalladora, pensaron que la batalla sería pan comido, pero resultó que salieron de allí como el Madrid de Alcorcón.

Los trirremes griegos, mucho más maniobrables en poco agua que las pesadas naves persas les dieron pal pelo y Jerjes, que se había mandado construir un trono en lo alto del monte del Pireo para ver la batalla mientras se tomaba unas birrillas con sus consejeros, tuvo que largarse de Grecia porque se acordó de que había dejado el gas abierto.

Así que cuidado con los malakas, que el que tuvo retuvo.

domingo, 19 de junio de 2011

Otros yates, otros mundos

Los yates son como una caja de bombones, uno nunca sabe lo que le va a tocar. Y por desgracia no todos los bombones de la caja son de chocolate, algunos son de algo del mismo color, pero que suele oler peor.

Yo he tenido bastante suerte por el momento y, aunque he probado alguno de naranja amarga, creo que no me puedo quejar. Aquí no hay convenios colectivos que regulen las condiciones de trabajo y cada barco es de la bandera que su armador cree más conveniente para su bolsillo. Además la empresa que te paga puede estar registrada en un tercer país así que si te quieren jo… robar ¿A quién te vas a quejar?

Esto viene a cuento porque hoy nos enteramos de que la hermana de una de nuestras tripulantes, después de haber trabajado durante diez días en un yate y ser despedida, la llevaron al aeropuerto junto con otra chica y las dejaron allí sin haberle pagado y sin billete de avión. Búscate la vida. Seguramente al final consigan que les paguen y todo se solucione pero ¿Cómo se puede ser tan ruin como para hacerle eso a alguien?

Otra hermana de otro tripulante también trabaja en un barco y, aunque en general está contenta con el trabajo, tiene que dormir en la lavandería ya que no hay camarotes para todos. Y en realidad tiene suerte, ya que uno de los marineros tiene su cama en el pique de proa. A estos por lo menos les pagan. Y sigue siendo un yate al fin y al cabo.

Cuando estuve en Bermeo como alumno de puente recién salido de la escuela náutica, aquello me pareció peor que la cárcel. Sin embargo la mayoría de los que estaban allí estaban encantados, porque decían que era mejor que ir a la pesca. Los que habían estado en otros sitios usaban esa lógica para decir que la pesca era mejor que las galeras, porque allí por lo menos no había que remar y no te daban latigazos.

Las condiciones cambian muchísimo de unos barcos a otros, esto no es siempre fácil de controlar y hay mucho armador sin escrúpulos.
 
No hay que irse hasta Somalia para encontrar piratas.

sábado, 18 de junio de 2011

Punto y aparte


Éste es será nuestro último fin de semana navegando con el armador y su familia por el Sarónikos adelante. El plan es más o menos el de siempre: Aegina, Poros y vuelta a Zea Marina el lunes.

Después de casi un mes en Atenas y alrededores estoy en condiciones de decir que no es una ciudad que recomendaría para visitar, aunque tiene sus cosillas. En estos últimos días descubrí un paseo al lado del mar que sería increíble si no estuviera todo abandonado y con vallas oxidadas para que la gente no pase y una tienda outlet de Puma con las camisetas más rotas y estropeadas que he visto en mi vida. Será por la crisis, que aquí aún es peor que en España, pero la ciudad tiene un aspecto general que da lástima.

La semana que viene tendremos un par de días para preparar el barco para la travesía y pondremos rumbo a Mónaco, dónde, el uno de Julio, recogeremos a los clientes que alquilaron el barco por diez días para hacer un minicrucero por la Costa Azul francesa y el norte de Italia. Tendré la oportunidad de volver a sitios realmente me gustaron como Cap Ferrat, Portofino o Génova y de conocer  algunos nuevos.

Recuerdo con mucho cariño mi estancia en Saint James Cap Ferrat hace años, cuando estuvimos fondeados diez días después de un chárter. Todos los días nos comíamos una barra de pan entera cada tripulante con embutido ibérico dentro. Creo que engordé un kilo por día.

Después del día once de Julio no tenemos ningún plan, pero espero que podamos quedarnos en Génova el mayor tiempo posible, ya que es ahí donde termina el chárter. Me gusta esa ciudad y me encantaría volver  a ella. Aparte de una zona vieja espectacular, en un rincón oscuro; en un lugar al que probablemente no sabré llegar de nuevo; hay un pequeño local regentado por dos hindús o pakistanís dónde hacen los mejores y más picantes kebabs del mundo.

Y hablando de comida, (últimamente parece que sólo hablo de eso) de entre los 19 que alquilaron el barco, está la familia Gotchen. Me pregunto que aspecto tendrán.