sábado, 26 de noviembre de 2011

Venecia


Amaneció en Venecia con una niebla tan espesa que se podía cortar con cuchillo. Y con un frío de cojones. Nos levantamos temprano y salimos a explorar la ciudad.

Venecia es una ciudad distinta. Y con niebla es aún más distinta. Nos privó de alguna buena panorámica pero a cambio nos obsequió con la sensación de ver los monumentos salidos de la nada y un par de fotos interesantes. Es una ciudad encantadora. Pero pese a que los canales están muy bien, sus estrechas calles, sus góndolas, sus máscaras y todo lo que es típico, me quedo con su mercado.

El mercado de Venecia es espectacular. Mi abuela se lo pasaría mejor que en Port Aventura. Es un espectáculo de colores y olores. El pescado parecía que se iba a echar a nadar por los canales y la zona de verdura era cómo entrar en una huerta. Los vendedores gritan como auténticos verduleros que es lo suyo y la mayoría de los clientes peinan canas. Un mercado con mayúsculas.

Llegamos hasta la plaza de San Marcos y después de admirar todo lo que hay que admirar fuimos a sentarnos un rato para descansar y calentarnos un poco. Un cappuccino y un chocolate 9 euros, casi nada, todo ello servido por una chica con bastante más bigote que yo.

Salimos hacia la estación marítima, dejamos las maletas y nos preparamos para embarcar. En eso estábamos cuando nos dimos cuenta de que el barco aun no estaba allí. La niebla era espesa pero un crucero de 75 mil toneladas se debería ver. A los pocos minutos nos comunicaron que debido a la mala visibilidad el barco no podía entrar en el puerto así que embarcaríamos en Trieste, a dos horas y pico de distancia.

Después de unas cuantas horas más de espera y viaje en autobús llegamos a dicha ciudad. Allí la policía nos impidió pasar al puerto así que tuvimos que caminar un kilómetro con las maletas sólo para encontrarnos con un caos tremendo de gente esperando por embarcar y desembarcar. Ya que nuestros planes de disfrutar la primera tarde  de crucero se habían ido al Trieste (Pena de un mono con platillos para aplaudirme el chiste) decidimos tomárnoslo con filosofía e ir a comer una buena cena.

Ya con el estómago lleno nos preparamos para la cola más agobiante de mi vida. Allí pudimos observar cómo personas supuestamente normales se convertían en chusma llegando incluso a negar el paso a ancianas en silla de ruedas.

La razón de tanta mala suerte está clara. En un crucero en Noviembre con unas 1300 personas al menos la mitad, tirando por lo bajo, llevará paraguas. Consejo del alegre crucerista: Nunca lleves un paraguas en un barco. Si llevas un paraguas a cualquier barco, la mala suerte está asegurada. Más de 500 paraguas en un barco hace que uno sea más devoto de la Virgen del Carmen.

Pero pese a todo embarcamos, que no fue poco, y pusimos rumbo a Dubrovnik.

Comenzaba otro viaje por mar.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Vigo - Barcelona - Venecia


Una semana en casa y se ve que ya me picaba el culo. Así que nada, de viaje de nuevo. Otra vez con un par de aviones a la espera de coger otro barco. Esta vez como invitado, para variar.

Salimos del aeropuerto de Vigo y mientras esperábamos para embarcar tomando  un café, Andrea se dio cuenta de que nos habían dado mal la vuelta. Consejo del alegre crucerista: Antes de emprender un viaje, conviene estar de buenas con el karma. Así que hizo la buena acción del día devolviendo el dinero que no era nuestro.

Ya en el avión, un holandés bastante maleducado tuvo algún que otro problema con los chicos que se sentaban detrás de nosotros por los asientos. Me encanta cuando alguien pierde los nervios mientras todos alrededor mantienen la calma. La azafata sólo intervino para decir que aquello no era su problema. Perfecto, diez puntos para el personal de Vueling. Al final El Holandés Cargante se salió con la suya y tuvimos la suerte de escuchar su voz de cuervo afónico durante todo el vuelo.

Era la primera vez que viajaba con esta compañía y no me gustó demasiado el trato. La sobrecargo se presenta a ella misma y al resto de la tripulación y parece ser que eso les da derecho a tratarte de tu el resto del viaje. Llamadme lo que queráis pero cuando pago me gusta que me traten de usted. Casi esperaba que me despidiesen con un “Hasta la vista equilibrista” o “Nos vemos, Prosi”.

Llegamos a Barcelona a las cinco de la tarde bastante hambrientos. Nos dirigimos al McDonalds dónde la chica que me atendió tuvo la habilidad de cometer tres errores en sólo un pedido. Supongo que cuanto más mejora mi inglés peor se vuelve mi español. Total que yo pedí dos menús normales y ella me puso lo que le salió del McFlurry.

El siguiente vuelo a Venecia sufrió un retraso de una hora. Mientras esperábamos y para continuar con mi racha de encuentros con famosetes esta vez tuvimos la oportunidad de ver a Míster Ruleta de la Suerte, con quien Andrea se hizo una foto.

Cuando ya íbamos a aterrizar el comandante nos informó de que en tierra nos esperaba niebla cerrada (de ahí el retraso) y un grado de temperatura. Frío y humedad, lo mejor para mi dolor de espalda.

Llegamos al hotel sin problemas y antes de acostarnos Andrea protagonizó la última anécdota del día. Nada más entrar en la habitación fue directamente hacia el baño donde había un cartel rojo que decía: Non toccare, don´t touch, ne pas toucher, nicht anfassen y por si acaso, no tocar. ¿Qué creéis que hizo?

Evidentemente.

martes, 15 de noviembre de 2011

Noviembre dulce


Llegué. Pero es como si nunca me hubiese ido. La frase de Fray Luis de León “decíamos ayer” cuando se puso a dar clase de nuevo después de pasarse unos años a la sombra me parece acertadísima. Cinco minutos, un par de besos y abrazos, un olor y un bocadillo de zorza con queso. Es todo lo que necesité para readaptarme. Y la lluvia. Nada cambia, y como me alegro.

El viernes fue día de reencuentros. La vida sigue igual para todo el mundo. Seis meses no es tanto tiempo cuando sigues en la misma ciudad dedicándote a lo mismo.  Sólo para los que antes eran dos y ahora son tres ha habido un cambio significativo. Comida y cena de lujo y por la noche visita al karaoke y al bar de mis pecados.

El sábado amaneció sin prisas. Por la tarde salimos a dar una vuelta hasta Catoira, o eso era lo que yo pensaba. Una conspiración llevada a cabo con una maestría digna de la mejor peli de espías y liderada por Andre-Mata-Hari dio lugar a la cara de tonto más grande que haya puesto en mi vida. El sitio a dónde íbamos a tomar algo resultó ser una casa rural y las dos personas con las que habíamos quedado se convirtieron en casi treinta.

No es que me llamen el espabilado de Coia, pero organizar una fiesta sorpresa con unos 30 implicados directos y casi el doble de gente que lo sabía sin que a nadie se le escapase nada tiene su mérito. Sobre todo porque conozco a los susodichos y sé que patinan bastante a la hora de mantener el secreto. En cualquier caso, un detallazo aunque hubiese sabido fecha, lugar y hora.

Una buena fiesta. Una especie de cumpleaños y fiesta de Noviembre dulce. Diferente a lo que quería hacer pero mejor en todos los sentidos. Lo de dulce alguien se lo tomó tan a pecho que en un momento dado se le ocurrió unir la empanada de carne y la mermelada de fresa en el aperitivo más imposible del que tengo noticia. Hace que el tocino y la velocidad no sean términos tan distantes. No fue la única combinación rara de la noche. Estas fiestas hacen extraños amigos, como el Facebook, y a la lista compuesta por “El Lagares” o “La Gota Fría” ahora tenemos que añadir “El Día Nublado”, un chupito de licor café y mayonesa, ¿Cómo no se le ha había ocurrido a nadie hasta ahora?

En resumen, un fin de semana espectacular. Y lo que nos queda. A la vista otro viaje, por puro placer. ¿Qué hace un tripulante de un yate cuando se está de vacaciones?

Irse de crucero, claro que sí.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Limassol - Larnaca - Roma - Madrid


Madrugón. No podían ser ya las siete y media. Y no lo eran. Despierta empanao, que hoy te vas para casa. Duchita rápida, café instantáneo, un beso a la más guapa del puerto (en inglés los barcos son femeninos) y de camino al aeropuerto. El jefe de máquinas estaba aún más dormido que yo, pero Hecatombe cero tría, la radio amiga, nos fue despertando por el camino.

Facturé sin problemas y mientras me sentaba delante de la puerta de embarque a esperar, descubrí a un grupo de españoles. Dos frases escuchadas me bastaron para deducir que eran gallegos, de Vigo o alrededores y que eran marinos. Me río de Sherlock. Un vistazo al que hablaba me llegó para saber que no sería mi amigo del alma: Polo oficial de Ferrari con el nombre de Alonso, riñonera, volumen de voz más alto de lo necesario y un “¿me entiendes?” para terminar una frase hicieron que me decidiera por hacerme el sueco. Literalmente.

Así que me puse los auriculares y me puse a escuchar como Bebe me contaba que a ella le quedaban siete horas para volver a ver a no sé que quien. Suerte que tienes, colega, a mi me quedan más de once.

Embarqué y perdí el conocimiento, como siempre. Cuando me desperté estaban ya sirviendo el desayuno. Perfecto pensé, estoy muerto de hambre. Cuando vi que me ponían un taper de esos de papel Albal me hice ilusiones de salchichas, beicon y huevos revueltos. Iluso.

Salchicha había sí. Como mi dedo meñique de grande. Y pese a ser de sabor dudoso fue lo mejor. La acompañaban un par de ¿patatas?, un tomate cherry y ¿pastel de queso caliente? Fui  a probar el supuesto pastel y fue entonces cuando las papilas gustativas empezaron a gritar “no por favor”. ¿Huevos? He comido huevos de mil maneras pero La Masa de Huevos Cyprus Airlines era algo nuevo para mí.

La Masa de Huevos (o de los huevos) parece esponjosa por la parte de arriba pero es sólo para ocultar la argamasa super coagulada del interior. Es posible que lleve leche aunque los estudios realizados no han sido concluyentes. Es de color amarillo mareo y sabe…  a Masa de Huevos. Con esa valentía que insufla la curiosidad y el asco le di la vuelta para examinar su oscura base. Resultó estar compuesta por algo que en su día fueron champiñones o setas (hongos en cualquier caso) pero que en ese momento estaban negros como el alma de un banquero. Niños, no os comáis nunca nada negro.

Aún con hambre miré al tomate y él me miró a mí con su único ojo donde un día tuvo una ramita unida. Desafiante, rojo, inmaculado, perfectamente esférico. El triunfo de la ingeniería genética sobre los vegetales pequeños. Hermoso por fuera pero sin sustancia por dentro como una Miss analfabeta. Ya comeré algo en Roma.

Y así hice. Nada más llegar me compré un panino más que aceptable. Siempre se puede confiar en la vieja Italia para comer. Eso sí, por lo que me cobraron, pensé que a parte de toda la mozzarella que traía el bocadillo me iban a dar a la búfala que la parió.

En Roma tuve que hacer la cola de mi vida para pasar por los detectores pero ayer nada me importaba. Me iba a casa. Modo zen. Tranquilo como las aguas en calma. Al final embarcamos diez minutos tarde y llegamos a Madrid con casi 40 de retraso. Iberia haciendo honor a su buen nombre. Esto tampoco me preocupó ya que me aposté conmigo mismo una tonelada de Masa de Huevo a que el siguiente vuelo también sufriría retraso. Apuesta que por supuesto gané.

Ya estaba en España, pero no en casa. “Allá donde se cruzan los caminos. Donde el mar no se puede concebir…” ¿Cómo voy a estar en casa? Pero ya estaba más cerca. Tenía tiempo así que me puse  a escribir esto cuando de repente pasó a mi lado un personaje que es historia viva de España. Una auténtica celebridad. Más famoso que Pinocho. ¡Manolo el del bombo!

Mi buen humor aumentó aún más ¿Siete horas, Bebe? A mí me quedan menos de tres.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Hasta mañana


Vigo, Islas Cíes, empanada, zamburiñas, Andrea, Raquel, Lucía, Hollywood, humedad, invierno, familia, Toro, Cris, frío, jamón serrano, Susi, Javier, tráfico, Samil, abuelos, lluvia, Balaídos, Carlos, Bruno, coches con el volante en el lado izquierdo, Beas, Callos, Emilio, Flo, Calvo, Tao, Estrella Galicia, Goián, Diego, amigos, Castro Castriño, cocido, Jonhy, Lore, Leire, Kubi, furanchos, Navidad, pasear, elecciones que no me importan, playas de arena blanca, pescado, Zacote, Burgen Pils, conocidos, Marcos, obras, parkings ridículamente caros, colegas, Pasillo, saludar a gente por la calle, risas, Mayo, Rebe, compras, rotondas absurdas, tortilla de patata, telebasura, granizo, Domingos por la tarde, gente que habla mi idioma, primos, primas, Ángel, mi ría, Fin de año, vacaciones, cama, tortugas, Patri, Rubén, Cadena 100, Candean, Coia, Bouzas, Fran, niebla, pulpo, siesta, croquetas, Castrelos, zorza, 26 metros cuadrados, libros en español, parientes, Océano Atlántico, Noviembre dulce, Alex, Faro de Vigo, Marca, Avenida de Castelao, todo y todos a los que hoy no nombré, todo y todos a los que estos días veré, casa:

Ahí voy.