domingo, 31 de marzo de 2013

Falsa Semana Santa



La Semana Santa ortodoxa no será hasta principios de Mayo, así que aquí esta semana ha sido más o menos como cualquier otra. Y digo que más o menos porque la famosa crisis económica ha trastocado un poco la cotidianidad de la isla. De todas formas nosotros hemos intentado seguir disfrutando de nuestro tiempo juntos.

El jueves volvíamos a casa después de dar una vuelta cuando una chica española nos reconoció. No os imagináis lo raro que es que alguien diga tu nombre por la calle en una ciudad de un país donde no conoces a nadie. Por la noche quedamos para tomar algo con ella y su pareja. Fue muy agradable hablar en español con alguien. Intercambiamos impresiones de nuestro país de acogida que resultaron ser muy parecidas. Pasamos un muy buen rato.

El sábado fuimos a comer a un restaurante especializado en productos del mar de una franquicia sudafricana. Tan pronto reúna unos 300 mil euros montaré el equivalente en Vigo, pero a la gallega. Ya tengo hasta el nombre pensado (patente pendiente de registro). Para bajar la panzada de langostinos y pescado que nos metimos fuimos a dar un buen paseo de más de dos horas. Volvimos con tiempo para prepararnos para el partido, el cual vimos, sufrimos y disfrutamos. Acabamos el día después de jugar una partida a los bolos. No estuvimos muy finos.

Hoy decidimos irnos a comer a las montañas de Troodos. Preparamos unos bocadillos de tortilla (la cocina quedó como si le cayese un misil norcoreano) y allá fuimos como buenos domingueros. Visitamos la bonita cascada de Chantara, cerca del pueblo de Foini.

Mañana es el tercer lunes festivo consecutivo (esto ha mejorado considerablemente mi opinión sobre el país) así que aprovecharemos para ir a pasar el día a la playa donde desovan las tortugas donde ya estuvimos cuando mi hermana estuvo aquí.

Y paro de escribir. Me llama el olor de las filloas que Andrea está preparando.

Riconudas.

jueves, 21 de marzo de 2013

Corralito en Chipre



En los dos últimos años he repartido mi tiempo casi a partes iguales entre España, Grecia y Chipre. Con lo que me estoy convirtiendo en un experto en crisis financieras de tanto vivirlas en directo. Y eso que yo de economía no tenía mucha idea. Aunque parece ser que nadie la tenía, si no ya me diréis como nadie fue capaz de ver venir esto. Supongo que los pocos que sí lo vieron abandonaron el barco que se hundía hace tiempo como ratas, llevándose además todo el queso que pudieron.

El caso es que el viernes pasado salió la noticia de que la Unión Europea aprobaba un rescate a Chipre para evitar su bancarrota. A cambio, Chipre tenía que reunir unos cinco billones de euros que iban a salir de los ahorros de la gente. Entonces el gobierno chipriota se sentó en una mesa con un par de banqueros y expertos (perdón que me da la risa) financieros para ver  cuánto y a quien le iban a robar ese dinero. Porque se mire como se mire, se trata de un simple robo aunque no hayan tenido ni la vergüenza de taparse la cara como los bandoleros que son. Ni siquiera es un impuesto que grave el combustible, el tabaco o cualquier otra cosa que la gente pueda medianamente entender y soportar. Es quitarle a alguien parte de lo que con su esfuerzo ha logrado reunir a lo largo de un tiempo. Y todo por la mala gestión de unos pocos. Eso es difícil de encajar.

Y lo extraño de todo es que salvo un hombre responsable y coherente que cogió una excavadora y se plantó en la entrada de un banco y unos pocos cientos en la capital, la gente se ha indignado pero no ha protestado demasiado. Si hubiese pasado en España... Claro que allí hubiese sido la gota que colmase el vaso. Aquí, donde el paro sí que ha subido pero se mantiene en niveles aceptables y la crisis se veía como algo que no les había afectado tanto, esto ha sido como una bofetada que ha hecho a la gente abrir los ojos, pero no los ha despertado aun de todo.

Durante toda la semana se ha seguido hablando de si se les quitará dinero a los depósitos de más de cien mil euros o a todos. Que paguen los ricos, dice mucha gente. Cien mil euros puede parecer mucho (yo desde luego no los tengo) pero un pequeño empresario de esos que curran 26 horas al día puede tener esa cantidad y no es que sea rico. Un jubilado británico que ha vendido su casa en Londres para pasar los últimos años viviendo de alquiler en una isla donde no llueve durante nueve meses al año también puede tener esa cantidad. Y no es rico. O un capitán de barco de sesenta años que lleva currando desde los veintiuno.

Las soluciones alternativas al robo parece que pasan por Rusia para que aporte ese dinero. Pero nadie presta millones de euros sin pedir nada a cambio. Desde darle derechos exclusivos sobre el gas que encontraron hace no mucho al sur de la isla gracias al cual se pensaban que iban a atar los perros con longanizas o ofrecerles montar una base militar naval permanente. Ese podría ser el precio.Yo me inclinaría más por esto último. Una tripulación de sedientos marineros rusos de permiso y con ganas de fiesta reactivaría la economía de cualquier sitio. Al menos la de los bares.

Hace un par de días, un anciano chipriota morenocho y arrugado como una pasa con su frappé y su pitillo  le contaba a una periodista inglesa que a él no le importaría dar el 20 o incluso el 30 por cien de sus ahorros para salvar el país.

Siempre que los responsables, tanto políticos como de cualquier otro tipo, de condenar a la bancarrota a Chipre y a su casi millón de habitantes fueran a la cárcel de por vida.

Le deseo suerte.

martes, 19 de marzo de 2013

Derbis, carnavales y atracos



Que contento salí yo el viernes de trabajar. Fin de semana largo a la vista, buen tiempo, partido por la noche... Que poco me duro la alegría una vez empezado el partido.

Estaba claro que no iba a ser un derbi de esos épicos de antaño. Nada de una batalla heroica entre los dos equipos gallegos. Me esperaba una pelea a navajazos en el barro en la que todo valdría por ganar, ya que la situación de emergencia de ambos equipos así lo exigía. Hasta la famosa foto de Hugo Mallo me pareció una tontería sin demasiada maldad. Incluso podría ser beneficioso para el Celta si calentaba a algún jugador del Depor un poco más de la cuenta.

Ni media hora había pasado y Riki ya había marcado a pase de Valerón y Aspas se había ido expulsado por una provocación de Marchena. El guionista menos original del mundo  podría haberlo escrito. Menudo suicidio. No me convence Abel, pero no me creo que no hubiese hablado con los jugadores sobre lo único con lo que el rival podría complicarnos las cosas.  El Celta no solo encontró la aguja en el pajar, sino que fue capaz de clavársela en la garganta y morir agonizando.

El sábado, mientras me auto convencía de que es sólo futbol, nos enteramos de lo del rescate a Chipre, de quien va  a pagarlo y de qué manera. Varios medios de comunicación contactaron con nosotros y el lunes Andrea hizo de reportera primero para La Reina de las mañanas Ana Rosa y luego para La sexta noticias. Lástima que ambas intervenciones no llegaron ni al minuto de tiempo. Esto del rescate y el corralito darían para escribir bastante, y puede que lo haga, pero como aun está ocurriendo esperaré a ver en que queda la cosa. De momento decir que hay compañeros que están muy jodidos. Y que el sábado un chipriota amenazó con entrar a la fuerza en su banco con una excavadora aquí en Limassol. Yo iría mejor al parlamento en Nicosia, pero por lo demás la idea de la excavadora me parece excelente.

El domingo fuimos a ver las comparsas de carnaval al centro de la ciudad, ya que se supone que las de aquí son las mejores del país. Para que os hagáis una idea, digamos que el carnaval de Vigo seria como el de Río en comparación. Cutre cutre. Pero por lo menos así la gente se olvidó durante unas cuantas horas de la que se les venía encima.

Esta semana se presenta interesante. Para nosotros claro, que vemos los toros de cerca, pero desde la barrera.

Seguiremos informando.

viernes, 15 de marzo de 2013

Turismo tranquilo y despedida



Sigo contando nuestro último fin de semana, aunque me temo que el domingo no fue tan interesante. Estábamos algo cansados del tute del día anterior así que esta vez salimos de casa algo mas tarde. Dirección montañas de Troodos.

Allí visitamos una bonita cascada después de un pequeño paseo que nada tuvo que ver con el del día anterior. Todos llegamos secos y sin ningún incidente. Sacamos un par de fotos y decidimos despedirnos del senderismo para el resto del fin de semana.

De allí bajamos de nuevo a Limassol para coger la carretera que nos llevaría a las ruinas de Kourion.  Por menos de dos euros se pueden visitar unas ruinas bastante bien conservadas y disfrutar de una vista del mar espectacular. También estuvimos viendo un rato a gente volando en ala delta. Aunque el que sí que podría dar lecciones de vuelo fue un extraño pájaro que era capaz de pararse completamente en el aire sin moverse ni un centímetro en ninguna dirección para luego lanzarse en picado en busca de alguna presa. Como mola ver un documental en directo.

Después de dar un paseo por la playa cercana, que sería preciosa si no fuese porque los granos de arena miden como un puño, nos fuimos al centro comercial de la ciudad para cenar y ver el partido. Esta vez quisimos darle nuestro dinero a otra gran franquicia internacional de comida rápida.

La verdad es que no pude disfrutar mucho de mi cena porque estuve intentando todo el rato, sin éxito, poner el partido en el ordenador. Al final, cuando ya nos habíamos dado por vencidos e íbamos a volver a casa nos dimos cuenta de que lo estaban echando en una cafetería del propio centro comercial. Así que lo vimos. Noventa minutos de sufrimiento en un partido bueno y loco, pero sin recompensa para el Celta. Ahí acabo el fin de semana.

El martes por la noche mi hermana volvió a casa. Fuimos a llevarla al aeropuerto de madrugada y allí nos despedimos.

Los vendedores de McFlurrys chipriotas, con lágrimas en los ojos, se unieron a la despedida con una pancarta que decía “vuelve pronto”.

martes, 12 de marzo de 2013

Turismo de aventurilla



Otro fin de semana que pasó volando. El viernes cruzamos la calle para ir a jugar a los bolos y romper todos nuestros records de puntuación. Hasta nos ganamos dos partidas gratis al conseguir tres strikes seguidos.

El sábado madrugamos para ir a la península de Akamas, al noroeste de la isla. Allí disfrutamos de un paseo bajo el sol hasta los baños de Afrodita. Como la última vez quedamos escarmentados de la calidad y el precio de la comida en el cercano pueblo de Latsi, esta vez decidimos comernos unos bocadillos a la portuguesa. Es decir, sentados en el aparcamiento.

Embriagados con el ambiente campestre nos entro la vena aventurera y se nos ocurrió cruzar la península por lo que parecía (en el mapa) una carretera secundaria.  Dicha carretera resultó ser un camino de cabras. Lo de las cabras es literal. Por ahí nos semiperdimos casi dos horas dando botes a treinta por hora. En el proceso rompimos ligeramente los bajos del coche de alquiler. Aunque visto lo visto y considerando que es un Kia Picanto y no un Land Rober, hay que decir que aguantó como un campeón.

Pero al final llegamos relativamente sanos y salvos a nuestro destino, la playa de Lara, donde desovan varias especies de tortugas marinas. ¿Que si vimos tortugas? Cienes. Solo que en foto. No sé cuando suelen pasarse por allí las tortugas pero desde luego no es el nueve de Marzo. Lo único que vimos fue algo que acordamos que sería un nido abandonado y una playa que es la más bonita que he visto hasta ahora en este país.

Seguimos el camino de la costa hasta llegar a la Garganta de Avakas, sitio que no aparece en casi ninguna guía turística y que descubrimos gracias a la foto de una postal. Me adentré en el desfiladero como Aragorn en el sendero de los muertos, solo que seguido por Gimli y Gimli. Ni rastro de Legolas. Un lugar espectacular aunque de acceso algo complicado por el terreno. Las apuestas a que Andrea, Raquel o las dos saldrían de allí sin caerse/torcerse un tobillo/o meter el pie en el agua se pagaban doce mil a uno. Raquel cumplió los pronósticos menos optimistas metiendo los dos pies en el agua. Niñas, nunca vayáis de excursión en bailarinas.

Algo ya cansados cogimos el coche de nuevo par air a cenar a Paphos. Allí pedimos un cubo de pollo frito de una conocida franquicia y nos pusieron una cutre caja de cartón en el mayor escándalo de publicidad engañosa que se recuerda por estas tierras.

Nos comimos el pollo. Estoy seguro de que en el cubo sabría mejor.

Volvimos a Limassol  a descansar para la siguiente jornada.