Resulta que
hubo elecciones en Grecia y las ganó SYRIZA, que es una especie de Podemos,
dicen, según interese o no la comparación. Y claro, ya se lió. Salvación o
desgracia. “DesGrecia” titularon los de “La Razón” en una portada muy de
“Marca”.
La verdad es
que después de haber visto y oído bastante sobre el tema (al fin y al cabo he
pasado bastante tiempo en Grecia en los últimos años y tengo amigos a los que
esto les afectará) lo más razonable que he escuchado ha salido de la boca de
una cincuentona de Atenas que venía de comprar el pescado y salió en las
noticias el día antes de las elecciones diciendo que ella no creía en los
milagros.
Y es que se
trata de eso. Un milagro es lo que necesita Grecia para salir del pozo en el
que está metida. Y eso no lo va a conseguir ni el Tsipras este, ni Samaras, ni
Morgan Freeman de presidente con Los Vengadores de consejo de ministros.
Que no se
preocupen los acreedores, porque Grecia no va a pagar la deuda. No porque lo
diga el nuevo presidente, sino porque no puede. Y es lo saben hasta los
vendedores de gyros. Y no creo que las amenazas de lo que pueda pasar funcionen.
Eso es como decirle a un moribundo que no puede fumar. Así que o se llega un
acuerdo en una especie de quita de parte de la deuda y se le mejora las
condiciones de pago, o se les sigue asfixiando, se deja que se pudran y con
ello parte de Europa. No sé.
De economía
sé lo justo. No sé si haberle dado unos 200 billones a esos malakas fue la
decisión más inteligente en su momento. No sé qué otras opciones habría.
Tampoco sé mucho de política. No sé si ese partido era la mejor opción (o al
menos la menos mala) o si sería mejor un partido que apostase por la
estabilidad.
Lo que sí
sé, es un par de cosas de la vida en general. Una, es que no se puede esperar un resultado distinto si
siempre haces lo mismo y de la misma manera. O si siempre votas a los mismos. Otra
cosa que sé es que siempre hay opciones. Y si alguien (como un Presidente del
gobierno) dice que toma una decisión porque es la única opción que tiene,
miente. Además, elegir entre una única opción lo sabe hacer hasta un niño de
cinco años. Eso no es gobernar.
Y por
último, para los que intentaron (o intentan, según el lugar) convencer a al
electorado de un país con más del 25 por cien de paro, sueldos miserables, pensiones
ridículas y corrupción generalizada, con amenazas de fuga de inversores, caída
de bolsas, primas de riesgo y el miedo al coco, un chiste:
Esto es un
chaval que está en silla de ruedas. Es feo, cuerpo enclenque, tiene gafas de
culo de vaso, caspa, granos y es tartamudo. Y en eso que un día va por la calle
con su madre y ve a una tía que está como un tren. El chaval le grita: - “¡Tía
bu-buena! ¡Si te-te cogiera te iba a po-poner mirando pa Cu-Cuenca!”- La madre,
escandalizada, le recrimina: - “Hijo, por favor, no digas esas cosas o Dios te
castigará”- A lo que el chaval le responde: - “Pues como no me despeine…”
Pues eso.