Aterrizamos
en Ámsterdam unos diez minutos antes de lo previsto. Pero ese tiempo que
habíamos ganado lo perdimos en ir de la pista de aterrizaje a la terminal
usando el avión como si fuera un bus turístico. Cruzamos dos canales y hasta
una autopista. Se ve que aquí no triunfan los autobuses aeroportuarios.
Después de
coger lo que queda de mi maleta cogí el tren hasta un sitio de nombre
impronunciable que empezaba por “h” y me bajé para hacer transbordo. Perdí el
siguiente tren por segundos pero eso me dio la oportunidad de acostumbrarme a
la poco agradable temperatura local durante quince minutos. No tardé en llegar
a Oss una vez cogí el tren.
Allí vino a
recogerme el jefe de máquinas con su propio coche que se trajo conduciendo 17
horas desde Croacia. Ole sus huevos. Juntos nos reunimos con el capitán ya en el astillero. Allí le echamos una visual
al barco en construcción que supuestamente estará listo en Julio. Será porque estoy
acostumbrado a los astilleros de países mediterráneos, pero yo, sinceramente,
no lo veo.
Después
fuimos a la que será nuestra casa durante el siguiente mes. Un bungaló precioso
pero que está perdido en medio del bosque donde vivía la bruja de Blair. Menos
mal que nos llevamos la gratísima sorpresa de que tenemos conexión a internet,
porque si no ya me veía el fin de semana yéndome a cazar osos polares o lo que
haya por aquí para pasar el rato.
Para
terminar el día el capitán nos llevó a cenar una “dutch pancake” que viene a
ser una filloa salada con litros de aceite. Un día largo.
Mañana
conoceremos al representante del armador y firmaremos los contratos.
Ya os
contaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario