viernes, 12 de junio de 2015

30 añazos



Participé en la del 20, vi desde la grada la del 25 y por desgracia me perderé la del 30. Hablo de exhibiciones, de aniversarios. Hablo de taekwondo, de espectáculo. Hablo del Gimnasio Tao. Y si alguien tiene dudas, que se pase por el pabellón de las traviesas el sábado 20 de Junio a las 23:00. Necesitaréis invitación, pero hasta sin ella yo intentaría colarme. Valdrá la pena.

No me apetece ponerme sentimental hoy, las celebraciones no son para eso. Pero qué queréis, si el roce hace el cariño, las hostias deben hacer kilos de amor, y vive Dios que en mis últimos años ahí era simplemente a lo que iba al Tao: A pegar y que me pegaran.

Aunque debe tener algo más ese sitio, porque ya me gustaba de antes. Quizás es que tuve la gran suerte de coincidir con una generación de increíbles personas que resultaron ser excelentes taekwondistas. Aún llamo amigos a muchos de ellos aunque en realidad ni los llamo ni me llaman. Ni los veo tan a menudo como me gustaría. Pero es que, claro, toneladas de sudor en común también unen lo suyo.

Mi generación tiene más o menos la edad del Tao. Algunos siguen entrenando y otros no. Da vértigo ver algunas fotos de campeonatos. Aquellos chavalitos de pelo a la taza y chicas de coleta alta hoy son adultos. Algunos, los más insensatos, hasta están casados y con hijos.

Y me gusta pensar, y seguramente no me aleje mucho de la realidad, que todos, hasta los que ya sólo pasamos por el Tao para felicitar las fiestas o ni eso, nos llevamos con nosotros un pequeño algo de nuestro paso por ese sitio. Una especie de poso. No es coincidencia que entre las palabras “gimnasio” y “Tao” esté la palabra “escuela”. De taekwondo. De deporte. De la vida.

Y esta gran escuela no tiene ni un profesor ni un entrenador. Tiene un maestro.

Los que lo conocen saben de lo que hablo. Los que no, pasen y vean. Y a todos, si lo ven, decidle de mi parte:

Y que cumplas muchos más.




A Lucía, que está empezando, y a Gael que ojalá algún día empiece: De todas las drogas, esta es la mejor.

martes, 9 de junio de 2015

Tot ziens Oss



El sábado nos marchamos de Oss. En principio para no volver, al menos con esto barco. Debido a la creciente fama de los astilleros holandeses no descarto del todo el volver aquí con algún otro proyecto, pero de momento eso no entra en mis planes de futuro inmediato.

Esta semana la estoy ocupando en dejar las cosas listas. Lo primero, las deudas. Por fin todas mis multas de tráfico están pagadas. Ya no debo nada al gobierno holandés. De hecho, el kilómetro 14 de la autovía A50 entre Oss y Nijmegen llevará mi nombre ya que básicamente lo he pagado de mi bolsillo.

Hoy he ido a revender la bici. Mismo sitio, distinto dependiente. Conseguí recuperar casi la mitad de lo que me costó, con lo que resultó ser un alquiler por cinco meses más que razonable. Mientras, el verano llegó, vio y se largó. Aun así me niego ya a ponerme pantalones largos. Uno tiene sus principios ya sea aquí o en el polo.

Sólo nos queda pendiente una cena con algunos de los peces gordos del astillero y una invitación a pastelitos con los trabajadores que de verdad han hecho este barco posible. Los pastelitos, como si tenemos que pagarlos nosotros. Dos consejos rápidos: Uno es que aunque son los jefazos los que toman decisiones, son los tíos con uñas sucias los que hacen que estas decisiones se lleven a cabo o no. La mayoría de las veces es preferible llevarse bien con los segundos.  El segundo es más simple: Hay que tener amigos hasta en el infierno.

Y el sábado por fin a navegar. Lo mejor es que aún no se nos permite tocar nada, así que será casi un viaje de placer a través de los canales holandeses. Mi experiencia en agua dulce (sin contar lanchitas de menor tamaño o donuts traicioneros) se reduce a navegar el Guadalquivir hasta Sevilla, y de eso ya llovió. Así que esta será una experiencia interesante.

Aún nos queda un mes en este país, pero de momento, y para demostrar que cualquiera podría redactar la portada del Marca…

AdiOss.