lunes, 12 de diciembre de 2016

El lado chungo



Decía hace unos días que este sitio a pesar de parecer un paraíso caribeño, que lo es, tiene un lado oscuro y peligrosete. Estábamos avisados. Este viernes por la noche un compañero lo comprobó en sus carnes.

A la una de la mañana me despierta una llamada telefónica. Desde el camarote no tengo buena cobertura así que no oigo lo que me dicen. Salgo a cubierta pensando que los compañeros que han salido se habrán dejado el mando para subir y bajar la pasarela o algo así. Lo típico.

Lo que me encuentro es a uno de nuestros marineros, sin camiseta, con los pantalones cortos destrozados, sangrando un poco por una pierna, diciéndome que le han robado y que le han querido apuñalar. Rápidamente le digo que pase para dentro  y que me cuente todo. Esta es su historia. (No recomendada para menores de trece años)

Resulta que fueron a la fiesta que se hace todos los viernes en la calle en una zona conocida como Gros Islet. Dicho marinero había bebido, pero nada exagerado. Le conozco y le creo. En un momento dado le entraron ganas de mear así que se fue a la playa que está al final de la calle, a unos 50 metros de toda la fiesta.

Allí, mientras meaba, se le acercó una prostituta, le agarró el pene y le preguntó si quería tener sexo con ella. El marinero le apartó la mano mientras le decía que ni de coña. Acto seguido la chica sacó unas tijeras e intentó cortar al marinero dónde antes tenía la mano. Menos mal que este se apartó como pudo y las tijeras solo le rajaron el pantalón y el muslo.

Sorprendido y asustado, mi compañero ya se disponía a salir pitando de allí cuando en dirección opuesta se le acercó un tío alto y gordo. La chica en esto se puso a gritar que le diera todo el dinero que tenía encima mientras le intentaba agredir con las tijeras, esta vez apuntando más arriba, a cabeza y cuello.

Medio huyendo de la loca de las tijeras acabó en los brazos del gordo, que le quitó el móvil y un par de billetes, aunque consiguió zafarse de él perdiendo la camiseta. Cuando llegó a dónde estaban el resto de los tripulantes que habían salido, avisaron a la policía, que resultó ser tan eficaz como los bomberos y después de poner una inútil denuncia se volvieron al barco.

Mientras me contaba la historia le limpié un poco la herida y se la cubrí. La verdad es que fue un corte poco profundo. También tenía un pequeño corte en el brazo. Nada grave.

Está claro que hay que andarse con ojo por aquí.

Vaya semanita.

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