Pues aquí
estoy de nuevo. Barcelona, el barco, todo más o menos igual. Mismos compañeros,
algunos nuevos y un par de meses por delante para ver algún sitio en el que
nunca he estado.
El plan de
este verano era salir de aquí para pasar unos días en el sur de Francia y luego
Agosto en las islas griegas del mar Jónico.
Sorpresa mayúscula que me llevé cuando me contaron que igual tenemos que
hacer una parada en Argelia. ¿Argelia? Sí. ¿Seguro que Argelia? Qué sí.
¿Argelia en el norte de África? No, Argelia en Murcia, no te jode. Bueno esto
último no fue exactamente así. Mis compañeros no saben dónde está Murcia.
En fin, que
parece ser que debido a la compra de una nueva lancha para nuestro barco y la
posibilidad de ahorrarse el tener que pagar el IVA por ella, Argelia está sobre
la mesa como posible destino fuera de la Unión Europea. Todo legal, claro. En
pleno 2017, trabajar en el mar sigue siendo maravilloso. Veremos qué pasa al
final.
Por otro
lado, la oportunidad de conocer un par de islas griegas más me apetece bastante.
Hace años ya que no piso la tierra de los gyros y las Mythos, y aunque no es
que la eche de menos ni un poco, pasé tanto tiempo ahí en el pasado que acabé
por cogerle cierto cariño a ese país y a los malditos malakas que lo habitan. El
sur de Francia ya no me seduce tanto.
Mientras, ya
que será un triste verano sin Mundial, Eurocopa o Juegos Olímpicos, me vine
bien surtido de libros. El primero, la continuación de Mr. Mercedes (cojonudo).
Me parece impresionante la capacidad de producir libros como churros que tiene
Stephen King. Que de tanta cantidad aun por encima a veces salga calidad es ya digno
de estudio. Y hablando de King, he aquí mi predicción de Junio 2017. La
adaptación de su saga de La Torre Oscura a serie de televisión, o bien
fracasará estrepitosamente o bien no se parecerá a los libros más que en el
título. Nostraprosi dixit.
Visto el
primer tráiler, parece ser que será más bien lo segundo.
Navegando,
ya sea por el mar, por páginas de papel o por internet, intentaré echar de menos
lo menos posible lo que dejo en casa.
Y es que, ni
viajes, ni sitios nuevos, ni leches.
Cada vez
cuesta más soltar amarras.
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